jueves, 4 de diciembre de 2008

Módulo 4. Lectura 4. LA EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN

Módulo 4. Lectura 4
LA EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN

Dra. Magalys Ruíz Iglesias
Cuba – 2.005
1. La Evaluación
Cualquier innovación en las prácticas pedagógicas sería infructuosa si no parte de innovaciones en las prácticas evaluativas; innovaciones que partirán de un proceso analítico-sintético, relacionador y generalizador en torno al par dialéctico existente entre la función social de la evaluación y la función pedagógica, esta última con óptica de evaluación para la mejora, lo que supone atender a procesos reguladores y autorreguladores, con la necesaria inclusión de procesos metaevaluativos.

Mucho se alude a evaluación en el proceso de enseñanza aprendizaje, pero hay carencias de propuestas capacitadoras que abarquen los intereses de los tres ámbitos evaluativos fundamentales, a saber: la evaluación de la administración educativa, de la institución educativa y del proceso de enseñanza-aprendizaje, este último caracterizado por cargar con el peso del éxito educativo, sin tenerse en cuenta que está condicionado por los dos ámbitos restantes.

Una evaluación para la mejora da peso suficiente a la evaluación procesual y aunque no soslaye la evaluación sumativa con carácter acreditativo, pues resulta indispensable como parte de la función social de la evaluación, sí le concede el espacio necesario y urgido a la evaluación del cómo aprendió para arribar a los resultados que tanto exhibimos; se trata en definitiva de no apreciar la cultura del test como la manera omnímoda de valorar si los sujetos aprendieron o no.

La evaluación para la mejora implica ofrecer mensajes retroalimentadores a tiempo (no acumular trabajos para luego sólo informar calificaciones) incluir diferentes agentes para contribuir a contrarrestar el carácter subjetivo del proceso evaluador (autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación) desarrollar procesos metacognitivos que propicien que los alumnos aprendan a revisar sus trabajos, descubrir por sí mismos qué hicieron bien o mal, desarrollen hipótesis sobre las causas del error, que los conduzca a solicitar o buscar la información requerida para tales correcciones, implica además atender a referentes externos e internos y a preparar bien a los docentes para que desarrollen habilidades en la elaboración, aplicación y seguimiento e instrumentos de evaluación cuantitativos y cualitativos, de manera tal que se contrarreste el divorcio entre lo que se enseña, lo que se aprende y lo que se evalúa.

En esa relación triádica (enseñanza-aprendizaje-evaluación) se requiere de incluir actividades en las cuales el alumno evidencie que es capaz de hacer algo con lo que conoce para resolver problemas más allá del aula, o sea, para propiciar un uso activo del conocimiento desde la potenciación de un pensamiento transferencial y en ello ocupa papeles relevantes las conceptualizaciones en torno a lo que es desempeño y evaluación del desempeño.

2. El desempeño

La evaluación del desempeño (de acuerdo a los criterios expuestos por Frida Díaz-Barriga y Gerardo Rojas en: Estrategias docentes para un aprendizaje significativo).

La evaluación del desempeño es un conjunto identificable y evaluable de conocimientos, destrezas y actitudes interrelacionados que permiten un desempeño satisfactorio según los criterios utilizados en situaciones determinadas o en situaciones de trabajo.

La evaluación del desempeño está directamente asociada a la transferencia de habilidades y el conocimiento a nuevas situaciones.

El desempeño se evalúa a través de un tipo de instrumento formal de evaluación denominado prueba de desempeño o ejecución, consistente en el diseño de situaciones donde los alumnos demuestran las habilidades aprendidas ante tareas genuinas (aplicar una técnica, hacer un experimento, ejecutar algo, solucionar problemas, etc )
La idea que debe inspirar una prueba de desempeño es evidenciar cómo el alumno pone en acción el grado de comprensión o significatividad de los aprendizajes logrados. Ello implica que la evaluar se valore el uso funcional y flexible de lo aprendido
Se cree erróneamente que este tipo de prueba es sólo para evaluar lo procedimental, pero eso es una visión reduccionista pues también permite evaluar lo conceptual y lo actitudinal.

Este tipo de pruebas tiene ventajas y desventajas que deben ser plenamente analizadas.
3. Cómo se evalúa una competencia.
Sobre la evaluación de las competencias: a propósito de una topología integrada de la evaluación.

La evaluación de una competencia toma en cuenta el conocimiento, las actitudes y el desempeño como principales fuentes de evidencia.

La evaluación tradicional de los conocimientos tiende a evaluar el dominio de la materia a través de exámenes concebidos para tal efecto, con una escala de puntuación, desconocimiento de las preguntas objeto de evaluación por parte de los alumnos, evaluación enmarcada en un tiempo definido y con un nivel de salida concretado en comparaciones estadísticas, todo lo que revela el predominio de la cultura del test.

Por su parte la evaluación de una competencia se realiza de manera diferente, se lleva a cabo como un proceso para acopiar evidencias de desempeño y conocimiento del individuo, lo que le confiere un apreciable papel diagnóstico.

Este proceso de evaluación abarca varios grandes pasos, a saber: definición de objetivos, recolección de evidencias, comparación de evidencias con los objetivos y formación de un juicio (competente, competente para… o aún no competente); de ahí que para poner en marcha ese proceso se atienda no a los resultados del conocimiento de la materia sino a los resultados del desempeño, se atiende además a que no se realice en un tiempo determinado sino de manera continua, no utilice necesariamente escalas de puntuación y no se somete a comparaciones estadísticas.

Para lograr una mayor comprensión del proceso evaluativo se impone que nos detengamos en elementos de competencia tales como lo que es desempeño, condiciones de desempeño, criterios de desempeño, evidencias, evidencias por desempeño y evidencias de conocimiento.

Concluyendo podemos plantear que para evaluar el nivel alcanzado por los alumnos en una competencia se debe proceder partiendo de una comparación que nos permita establecer las diferencias entre lo que es evaluar una competencia y la evaluación tradicional.

Los procesos de acreditación y certificación

La acreditación es un proceso a través del cual se asignan créditos tomando como fuente principal la actuación del individuo en circunstancias determinadas. La acreditación está comprendida dentro de la evaluación, pero no constituye la evaluación toda, sino que una acertada acreditación ha de partir de respuestas a las preguntas siguientes:
-¿Qué debe saber hacer el alumno para demostrar que aprendió?
-¿En qué condiciones y qué recursos utilizará para demostrar lo que aprendió?
-¿Cómo se puede juzgar que el desempeño está bien hecho?
La acreditación responde a la función social de la evaluación, pero no debe perderse de vista que cualquier posición extrema es irreal, por lo que cada día más ha de avanzarse hacia una continuidad entre la función pedagógica (formativa) y la función social (acreditativa).
Los procesos acreditativos han de fincarse cada vez más en la búsqueda de mayores niveles de objetividad, confiabilidad y validez.
La objetividad implica que los juicios se realicen sobre las evidencias que presenta el individuo y no sobre creencias o expectativas que el evaluador tiene sobre él.
La confiabilidad se refiere a que la evidencia será similar aún cuando el instrumento sea aplicado por evaluadores diferentes, o cuando el instrumento aplicado en diferentes circunstancias arroja resultados consistentes a través del tiempo.
La validez se asocia con los instrumentos utilizados para recoger la evidencia y que deben corresponderse con la competencia expresada en el plan de evaluación.
Al acreditar se ha de tener presente que la emisión del juicio es el resultado de comparar las evidencias recopiladas contra criterios de desempeño, los cuales no pueden soslayar la observación del sujeto, así cómo el análisis de sus capacidades de transferir su competencia hacia otros campos de aplicación específica.
Por su parte la certificación es un proceso que consiste en otorgar reconocimiento formal de la competencia adquirida con independencia de su fuente de adquisición, dicho con otras palabras, es el reconocimiento formal de los conocimientos, habilidades y destrezas adquiridas mediante diferentes procesos y condiciones

La certificación se corresponde con los procesos de evaluación externa y puede constituir un fuerte elemento motivacional siempre y cuando se realice con el rigor y la coherencia requeridos y en dependencia del reconocimiento, credibilidad y competencia del equipo certificador.

El marco teórico-conceptual ofrecido en torno al desarrollo de competencias como alternativa de formación nos allana el camino de la fase siguiente dedicada al marco metodológico que pretende ofrecer respuestas a los “cómo”, desde un accionar metodológico interrelacionado.

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